Cómo fundirse los fondos europeos siguiendo el modelo del Plan E de Zapatero
La historía se repite. ¿Se acuerdan de aquel Plan E de Zapatero que el Gobierno socialista se sacó de la manga para crear empleo y que se tradujo en un gigantesco derroche de gasto público destinado a crear aceras, plazas coronadas con esculturas horrendas y demás obras improductivas que dispararon el déficit público? Aquello no creó empleo alguno y sólo sirvió para constatar que el socialismo dilapidó el dinero de todos los españoles en un plan que pasará a la historia como símbolo de la estulticia política. Pues bien, el Gobierno de Pedro Sánchez sigue los pasos de Zapatero y está utilizando los fondos europeos que tenían como objetivo modernizar el país y avanzar en la transición digital y ecológica en proyectos calcados de los de entonces.
Y, como muestra, algunos ejemplos como la «ejecución de los carriles bici de Reus (Tarragona)», el «proyecto ejecutivo de transformación en área de peatones de la calle Vall, con criterios de contratación pública ecológica» en Tarrasa (Barcelona) o el «proyecto de aparcamiento disuasorio ubicado en la ronda Sant Ramon en Sant Boi de Llobregat (Barcelona)». La ministra de Igualdad, Irene Montero, también ha puesto la mano para pillar fondos europeos que ha destinado a comprar 74 ordenadores portátiles. Con fondos europeos también se financiará un proyecto denominado «servicio para integrar la transversalidad de género en el diseño, desarrollo y evaluación de las políticas públicas de activación para el empleo» del SEPE, plan que costará 2.479.338,84 de euros.
Como puede apreciarse, el dinero que tenía que ser utilizado para transformar el modelo económico español, ese que, según Sánchez, iba a reactivar la economía española a niveles nunca vistos, se ha quedado en lo de siempre: carriles de bicicletas, remodelación de calles, aparcamientos disuasorios, ordenadores para Irene Montero y un servicio de integración en la transversalidad de género en el diseño y desarrollo de las políticas de empleo que, como suele ser habitual, no hay manera de saber en qué consiste. De Zapatero a Sánchez, el despilfarro continúa